Empecemos fuerte. La educación integral en sexualidad es una parte esencial de una educación de buena calidad. No lo decimos nosotros, lo dice Facing the Facts, un documento de política publicado por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) de la UNESCO.
¿Por qué la UNESCO tiene que enfatizar en la necesidad de la educación sexual? Porque en este mundo de Tinder, de Instagram, de retos de Tik Tok, de acceso sin control a la pornografía, en este mundo en el que más de uno de cada diez nacimientos se da entre niñas de 15 a 19 años, todavía encontramos resistencia social y política a la educación sexual en muchos países. Y muchas veces estos son sus argumentos:
MITO 1: La educación sexual vulnera la inocencia de niños y niñas
La sexualidad forma parte de la personalidad humana y es así desde la infancia. No existen periodos en la vida en que no haya sexualidad, de hecho los niños desde muy pequeños comienzan a reconocerse como seres sexuados, mostrando interés por las diferencias de uno y otro sexo, y preguntando de manera activa sobre la reproducción y el nacimiento.
Por ello, lejos de rechazarla es importante que la educación sexual les acompañe en su proceso de crecimiento para la formación de conocimientos, valores y habilidades necesarias que les prepare para establecer buenas relaciones afectivas y les permita identificar y actuar frente a situaciones de peligro.
MITO 2: La educación integral sexual es hablar de sexo o es una “educación para el placer”
No, la educación en sexualidad va mucho más allá abordando un compendio de conocimientos que son naturales al ser humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca que «la sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual”.
También afirma que cada etapa de la vida necesita conocimientos y experiencias específicas para su óptimo desarrollo y por tanto adecuada a cada edad y etapa del desarrollo.
Por ejemplo, así como la educación sobre sexualidad prepara a los niños para conocer su cuerpo, sus propias sensaciones porque solo así pueden ser capaces de cuidarlo y defenderlo; asimismo la educación sexual prepara a los jóvenes para una vida segura, productiva y plena mientras enfrentan un mundo con infecciones de transmisión sexual, embarazos no planificados, violencia y desigualdad de género y la desigualdad de género.
Entonces, la educación en sexualidad no es para hablar de sexo es para equipar a niños, niñas y adolescentes con conocimientos, habilidades y valores que les permitan tomar decisiones informadas y responsables sobre su sexualidad y bienestar integral.
MITO 3: estimula la iniciación sexual temprana
En el Informe Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad. Un enfoque basado en la evidencia desarrollado por UNESCO, ONU Mujeres, ONUSIDA, OMS, UNFPA y UNICEF concluyó que la educación en sexualidad en jóvenes tiene efectos positivos y que los programas de educación en sexualidad con base en un currículo contribuyen a una:
- Inicio demorado de relaciones sexuales
- Menor frecuencia en relaciones sexuales
- Menor cantidad de parejas sexuales
- Menos comportamientos de riesgo
- Mayor uso de condones
- Mayor uso de anticonceptivos
A menudo los padres temen que al hablar de sexualidad con sus hijos se les esté “dando permiso para tener una vida sexual”. Y la verdad es que, primero, los hijos no necesitan ese permiso, necesitan más bien una comunicación clara basada en la confianza con las personas que más aman, sus padres.
Pero más allá, un estudio publicado en el International Perspectives on Sexual and Reproductive Health, comprueba que una educación integral sexual que incluyera género y dinámicas de poder reduce de manera significativa las relaciones sexuales riesgosas, el embarazo no planificado, la violencia de género, el acoso sexual y el abuso sexual.
La educación sexual integral es un derecho de todos, y junto a un mejor acceso a la salud, a la reducción de la vulnerabilidad estructural y a la promoción de normas sociales incluyentes, es una estrategia clave para lograr el desarrollo de competencias y valores en nuestros niños y jóvenes.
Debemos derribar uno a uno cada mito y trabajar en pro de una educación sexual que empodere al ser humano y le permita desarrollar relaciones afectivas y sexuales respetuosas.
Fuentes Bibliográficas:
Para la redacción de este documento consultamos las siguientes fuentes, si quieres ampliar te invitamos a visitarlas:
Nuevo documento rompe mitos sobre la educación integral en sexualidad